miércoles, 13 de abril de 2011

BASILEA III


El comité de Supervisión Bancaria de Basilea (BCBS) es un foro internacional en materia de cooperación bancaria.
El Comité está compuesto por autoridades de Alemania, Arabia Saudí, Argentina, Australia, Bélgica, Brasil, Canadá, China, Corea, España, Estados Unidos, Francia, Hong Kong, India, Indonesia, Italia, Japón, Luxemburgo, México, Países Bajos, Reino Unido, Rusia, Singapur, Sudáfrica, Suecia, Suiza y Turquía. Su secretaría se encuentra en el Banco de Pagos Internacionales, en Basilea (Suiza).
El representante español es el Banco de España.
Su principal objetivo es mejorar la comprensión de los temas claves en el terreno de la supervisión y aumentar la calidad de la supervisión bancaria a nivel mundial, a través de la puesta en común de enfoques, técnicas y experiencias.
Con este fin se organiza la Conferencia Internacional de Supervisores Bancarios (ICBS) con carácter bianual.
El primer acuerdo de Basilea fue firmado en 1988, donde se establecieron las recomendaciones sobre la reserva mínima que debía tener una entidad bancaria en relación a los riesgos que asumía.
El principal problema del acuerdo de Basilea I es que es insensible a las variaciones de riesgo y que ignora una dimensión esencial: la de la calidad crediticia y, por lo tanto, la diversa probabilidad de incumplimiento de los distintos prestatarios.
En el acuerdo de Basilea II se intentaron subsanar estas deficiencias.
Finalmente, en septiembre de 2010 se firma el acuerdo de Basilea III entre los bancos centrales y los supervisores para reforzar la solvencia y liquidez de las entidades de crédito.
El objetivo de la nueva normativa es evitar crisis financieras como la que hemos vivido en estos dos últimos años, o si se produce, que sean las propias entidades las que asuman las pérdidas,  no los bancos centrales y los impuestos de los ciudadanos.
Algunas de las medidas que se acordaron en Basilea III son las siguientes:
Capital estructural (Tier 1)
Se refiere a las reservas básicas de capital de un banco, calculadas según el riesgo de los activos que tiene en sus libros.
El ratio de capital total estructural Tier 1 se fija en un 6 %, con un capital central Tier 1 de 4,5%.
La implementación de las reglas de nuevo capital estructural comenzará en enero del 2013 y estará en vigencia en enero del 2015.

Colchón de conservación
Basilea III introduce un colchón de conservación de capital de 2,5 % que se suma al capital estructural Tier 1.
Cualquier banco que no cumpla con este amortiguador se enfrenta a restricciones de supervisores en pagos como dividendos, recompras de acciones y bonos a ejecutivos.
El nuevo colchón tendrá que estar compuesto de acciones comunes y será introducido paulatinamente desde enero de 2016 hasta enero de 2019 cuando estará en vigor plenamente.
Colchón de capital
Se establece un nuevo colchón de entre el 0 y el 2,5 % en acciones comunes u otro capital capaz de absorber pérdidas.
Este colchón tiene como objetivo forzar a los bancos a tener un respaldo adicional cuando los supervisores vean un crédito excesivo en el sistema que amenace con generar morosidad.
Ratio de apalancamiento
Se apunta por primera vez a limitar el apalancamiento en el sector bancario mundial.
Se pondrá a prueba un ratio de apalancamiento de 3% Tier 1 (o que el balance no pueda exceder en 33 veces el capital estructural) antes de introducir un ratio de apalancamiento obligatorio en enero del 2018.
Liquidez
La primera serie mundial de requisitos de liquidez común busca asegurar que los bancos cuentan con suficiente efectivo o  equivalentes de efectivo para salir del apuro de un golpe muy severo de corto plazo y de condiciones menos severas en el mediano a largo plazo.
El colchón de liquidez de corto plazo sería principalmente deuda soberana de alta calidad, aunque incluiría también deuda corporativa de alta calidad.
Aunque el ciudadano de a pie crea que esto no va con él, lo cierto es que sí que va y mucho. Para adaptarse a la nueva situación, las entidades de crédito van a tener que cambiar su modelo de negocio, de tal manera que en líneas generales retribuirán menos por los depósitos y cobrarán más por el dinero que presten, así como por los servicios bancarios tradicionales. Al mismo tiempo los accionistas podrán encontrarse con  ampliaciones de capital así como recortes en los dividendos, que  pueden hacer caer sus cotizaciones. Ante esta situación el inversor no deberá sorprenderse de que las entidades financieras españolas intenten captar sus ahorros para su capital propio, en lugar de hacerles las recomendaciones más atractivas para obtener buenas rentabilidades a sus patrimonios en los mercados de capitales internacionales.



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